domingo, 26 de noviembre de 2006
Negro sobre azul
Era difícil distinguir el límite entre ambos, durante el día hacían un esfuerzo mutuo por juntar su ser pero la luz no amparaba su complicidad, por esto era que esperaban la noche para poder juntarse en un abrazo tan impetuoso que sólo una vista muy aguda podía definir donde terminaba uno y comenzaba el otro, era hermoso contemplar esa escena que parecía un grito desesperado por continuar así por siempre, una desesperación que comenzaba al encenderse las luces de las calles y finalizaba con el suspiro azulado del cielo, y al admirar esto él sentía más que nunca sobre sí su soledad acompañándolo cada vez que ella no estaba, recibía la gélida brisa que corría por la playa y le respondía con lágrimas al mar recordando todo lo que quería olvidar, viendo como ellos dos seguían envueltos en sus caricias infinitas, en sus besos titánicos, queriendo imitar esa escena con ella a su lado, aunque sabía que todo sería inútil, sólo podía quedarse de pie frente a la orilla observando como el mar y el cielo se declaraban su amor eterno.
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