Enrique me pidió que le ayudara con un manual interactivo, un trabajo que él hace todos los años, y que yo alguna vez le ayude a hacer, un manual con tarifas y literatura de tours en Sudamérica, trabajo súper estresante sobretodo cuando solo te quedan cinco días para terminarlo y vas por el 50% cuando el tiempo prudencial es de 2 meses, no es culpa de Enrique, él ahora esta trabajando en otra empresa, se desenvuelve mejor pero aún esta ligado moralmente con el trabajo que estaba en progreso en su anterior empleo asi que sólo le quedaba cumplir.
Ayer me comprometí a ayudarlo, una ayuda que él sabía no le podía negar, porque aún recordaba esos días en los cuales por culpa del bendito manual nos quedábamos hasta la 1 de la mañana en la oficina, días en los cuales yo aprendí mucho sobre mi trabajo e investigue también mucho sobre lo que sé ahora, como dije, ayer me comprometí a ayudarlo apenas llegara a mi casa.
Llegué temprano, quería tener tiempo para dormir un poco antes de la amanecida que suponía el quedarme terminando ese manual. Llegué temprano, cené y estuve un rato dándole a un jueguito en el celular, cuando me percaté ya eran las 10 de la noche, bueno dije, que pena que no hay podido dormir un mísero minuto, encendí la computadora, abrí el navegador y... ¡oh sorpresa!, no me podía conectar, revise el router y la luz del ADSL junto a la luz de Status parpadeaban rítmicamente, ingrese a la configuración del router e ingresé nuevamente los parámetros aunque los que estaban eran correctos, reinicie router y nada, reinicie la computadora y nada, estuve luchando tres horas con el bendito ordenador para conectarme y nunca pude lograrlo, ya con sueño me dispuse a dormir.
Hoy al llegar a la oficina vi que tenía tres correos nuevos, uno de ellos publicidad de un instituto (autorizada por supuesto) y los otros dos de Enrique, el primero a las 10 y 37 de la noche enviándome un archivo de Excel con 20 páginas de tarifas y el segundo a casi las 12 de la madrugada con un mensaje tan claro como desgarrador: "Ayúdameee, lo prometiste".
Ayer me comprometí a ayudarlo, una ayuda que él sabía no le podía negar, porque aún recordaba esos días en los cuales por culpa del bendito manual nos quedábamos hasta la 1 de la mañana en la oficina, días en los cuales yo aprendí mucho sobre mi trabajo e investigue también mucho sobre lo que sé ahora, como dije, ayer me comprometí a ayudarlo apenas llegara a mi casa.
Llegué temprano, quería tener tiempo para dormir un poco antes de la amanecida que suponía el quedarme terminando ese manual. Llegué temprano, cené y estuve un rato dándole a un jueguito en el celular, cuando me percaté ya eran las 10 de la noche, bueno dije, que pena que no hay podido dormir un mísero minuto, encendí la computadora, abrí el navegador y... ¡oh sorpresa!, no me podía conectar, revise el router y la luz del ADSL junto a la luz de Status parpadeaban rítmicamente, ingrese a la configuración del router e ingresé nuevamente los parámetros aunque los que estaban eran correctos, reinicie router y nada, reinicie la computadora y nada, estuve luchando tres horas con el bendito ordenador para conectarme y nunca pude lograrlo, ya con sueño me dispuse a dormir.
Hoy al llegar a la oficina vi que tenía tres correos nuevos, uno de ellos publicidad de un instituto (autorizada por supuesto) y los otros dos de Enrique, el primero a las 10 y 37 de la noche enviándome un archivo de Excel con 20 páginas de tarifas y el segundo a casi las 12 de la madrugada con un mensaje tan claro como desgarrador: "Ayúdameee, lo prometiste".
1 comentario:
Por que no:)
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