Aquella mujer pudo completar su existencia y darle un amor tan puro como él soñaba encontrar, los dilemas iniciales de la convivencia fueron resueltos uno a uno y mientras más resolvían más fáciles eran los siguientes.
Aquella niña reaparecía cada año en su vida con nuevas experiencias y con nuevos encantos comprendiendo más la vida y comprendiéndolo más a él.
Aquella mujer estaba presente todos los días de su vida, escuchándolo y apoyándolo encargándose del día a día de su convivencia, siempre lista para dar un abrazo, un beso y una caricia con un te quiero.
Aquella niña era capaz de comprender las cosas que él decía incluso antes de que pudiera terminar de pensarlas, le ofrecía nuevos puntos de vista de sus apreciaciones y escuchaba atentamente su visión de la vida.
Aquella mujer se volvió una constante en su vida, el punto de apoyo para sentir que avanzaba en sus planes, su compañera y amante.
Aquella niña despertó el sentimiento dormido, compartió horas de conversación e ideas con él, aumentó la llama de la pasión que parecía extinguida, se convirtió en su amiga y cómplice.