Recuerdo aquel día en que me dijiste que siempre ibas a tener tiempo para mí, también aquellos en los que decias que te gustaba conversar conmigo, recuerdo claramente el momento en que nos besamos luego de tantos años a pesar de ser conscientes de cuanto nos mentíamos al pensar aunque sea efímeramente que las cosas luego de aquello iban a cambiar.
Recuerdo aún más cosas que imagino tú ya has olvidado, el sonido de tu sonrisa que animaba hasta el rincón más escondido de mi ser, la inocencia y dulzura de tus palabras de niña, los besos torpes que nos dabamos al caer la noche en la puerta de tu casa, recuerdo nuestras conversaciones, nuestros desacuerdos, nuestro pequeño y profundo amor que mantenía nuestras vidas en paz, recuerdo nuestras salidas que tú convertiste en hechos imborrables en mi memoria, tu lógica sencilla y aplastante, tu libertad y autocontrol, recuerdo mis lágrimas de un atardecer al contarte mis miedos y aflicciones, tus palabras y la tristeza en tus ojos cuando ocurrió, tu comprensión y calor al tratar de animarme.
Recuerdo que te amaba y que aún te amo, que para bien o para mal te hice el centro y la razón de mi vida, recuerdo la emoción de saber que me querías cuando pude reunir el valor suficiente para decirte que estaba profundamente enamorado de ti después de un día de larga caminata, recuerdo el dolor tan profundo que sentí al perderte y el atroz que experimenté al saberte de otro.
Recuerdo tantas cosas y tantos detalles de ti, tantas cosas alegres y dolorosas, tanto que no imagino poder recordar más.
Recuerdo tanto y siento que todo esto no tiene ninguna utilidad porque hoy tú eres una persona completamente extraña a la que yo recuerdo.
jueves, 4 de julio de 2013
Suposiciones
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