jueves, 1 de noviembre de 2007

Un pedazo de vidrio me dejo invalido

Y la niña salto en la oscuridad de la noche sin percatarse de lo que había en el piso, al escuchar aquel quejido encendí la luz del cuarto y la vi tomándose el pie con una mano, me sorprendí y le pregunté que es lo que había pasado, nada me respondió, insistí obteniendo la misma respuesta, me acerque cariñosamente y le di un beso de despedida, busque mi celular y mis anteojos por el cuarto, tome el celular de la mesa y pasee mi vista por el piso del cuarto intentando localizar mis anteojos, por fin los encontré en el piso de la entrada al closet ausente, al cogerlos me encontré cara a cara con la desgracia, uno de los cristales estaba roto en dos pedazos grandes y varios fragmentos pequeños, la montura se había deformado abruptamente sin llegar a quebrarse y ella sentada en el sillón sin decir palabra, al terminar de asimilar el hecho vislumbré lo que ocurriría a continuación, era obvio que sin anteojos no podría estudiar y menos trabajar, en el colmo de la mala suerte el día siguiente era feriado y las ópticas no atenderían. No había sido su culpa, ella sólo saltó sin saber que me dejaría inválido durante dos días por ese salto, sin hablar del gasto adicional no previsto que supondría el comprarme nuevos anteojos y que dado lo alto de la medida de mi miopía me saldrían un poquito costosos, bueno ya era tiempo de comprarme nuevos lentes, estos llevaban casi un año y el oftalmólogo me recomendó cambiármelos a los tres meses de comprarlos, pero el gasto me descuadraba el presupuesto pero no importaba siempre encontraba la manera de enfrentar ese tipo de enredos. Me acerque a ella y le pregunté si no se había cortado con el cristal roto, me dijo que no, esta respuesta no me dejo tranquilo y le hice mostrarme sus dos pies, no había rastros de sangre, me tranquilicé, le dije que no se preocupara, ella me dijo que era su culpa, le dije que no porque fue casual y estábamos a oscuras pero que aún así que debería tener más cuidado porque se hubiese podido cortar.

Me despedí con un beso y una sonrisa y ella al borde de las lágrimas me pidió dejarla acompañarme para evitar que me atropelle un auto o cosas así, luego de pensarlo un par de segundos accedí porque ella tenía razón...

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